Relojero relojero, pobre diablo desquiciado - Capítulo dos Por Camilo

Llegó a su casa, cansado y estresado. La televisión prendida sin programación y su madre durmiendo en el sillón con un vaso de ron en la mano. Le da un beso de buenas noches y la cubre con una frazada de manera poco sutil. Entra a su cuarto y recuerda el sonido del reloj "toc-toc… toc-toc".
- ¿Por qué me afecta algo tan imbécil? - Se preguntaba en voz alta - Ha de ser la falta de sueño… - Y se desploma sobre su cama sin siquiera quitarse algo de encima.

Esa noche fue si no asquerosa para Alex. Sus sueños no le jugaban una buena pasada. Se veía sentado con cajas y cajas de relojes y todos con el mismo problema "Toc-toc… toc-toc…" y él a un velocidad extraordinaria viendo cada uno de los aparatos. El sonido cada vez más fuerte al punto de ser dañino para os oídos. Cada vez más sobre la mesa, uno tras otro tras otro tras otro. comenzaron a cubrir el suelo, hasta su cintura y finalmente dejando solo su cara visible por sobre todo… y así despierta, con un grito desesperado, los objetos de su velador en el suelo y su teléfono sonando. Mira hacia todos lados un tanto asustado e inquieto, restregando sus manos por sus ojos, ve que el celular no para de sonar y aún asustado por su sueño contesta.
- ¿aló?
- Aló, ¿Alex? - Dice una voz femenina del otro lado
- Sí, ¿que onda? ¿Con quién hablo? - Pregunta ya más tranquilo
- Hueón, soy la Carola, ¿que hueá? Hace como treinta minutos que te estoy llamando, ¿donde estay?
- En mi casa, ¿Qué pasó Caro? -
- Habíamos queda'o que ívamos a repasar antes del certamen hueón-oh, quedan 5 minutos pa' que empiece.
Los ojos de Alex por poco salen de sus cuencas.
- ¡Chucha! - Tras decir esto corta la llamada, se para abruptamente y tomando su mochila sale del cuarto. En el living aún la mamá, sentada tal cuál estaba hace algunas horas, solo que con el vaso de ron en el suelo. Sin tiempo para nada sale de su casa corriendo.
Afortunadamente para Alex, su universidad no quedaba lejos de su casa y en tiempo récord llega a las puertas de la sede.
Mientras tanto Carol, sentada en una banca, a la entrada de la sala junto a sus demás compañeros esperando la llegada del profesor mira su reloj impaciente, con un rostro mescal de furia y preocupación. De pronto de las escaleras un figura aparece veloz, cayéndose torpemente. Carol divisa que es Alex aquel sujeto. Seriamente se pone de pié y se dirige hacia donde está Alex, mientras sus compañeros se reían a carcajadas del desafortunado alumno. Extiende su mano para parar a Alex que miraba sonrojado desde el piso.
- Gracia Ca… - No termina de decir la frase cuando Carol interrumpe
- No digas nada, ¿qué te pasó hueón?
- Tuve una pésima noche, desperté hace no más de 10 minutos -
- Sí, si ya me di cuenta - Dice Carol prepotente - ¡Será!, menos mal estudié anoche.
- No, si yo también - dice Alex, aún cansado por su maratónica llegada a clases - Pero mi mente se vio distraída por una hueá súper absurda -
- Puta, mala cue'a, ahí viene el profe y no te pienso seguir ayudando en plena prueba - y se da media vuelta y se para junto a la puerta.
Tras entrar todos a la sala, Alex, cansado y adolorido toma su habitual puesto cerca de Carol.
Ambos amigos de pequeños, con intereses muy similares decidieron estudiar lo mismo ya que ha ambos los motivaba mucho la medicina veterinaria. Antes de tomar su actual puesto de trabajo, Alex salía mucho con Carol, visitaban refugios de mascotas abandonadas, iban de excursión al campo, anotando en sus respectivas libretas los datos de cualquier criatura que se les cruzara por delante, vagaban con frecuencia por el zoológico, conocían a todos y cada uno de los animales que ahí radicaban. Si notaban alguna anomalía, iban directo a la dirección del lugar a informar del lo que veían y siempre recibían un cálido por parte del personal. Pero esta entretenida rutina se vio vilmente afectada por el trabajo de Alex y a Carol no le quedaba de otra que hacer periódicas visitas a la Tienda de relojes, llevando consigo comida o algo para distraer a su amigo.
Carol, una muchacha hermosa, de buen corazón y a su vez muy extracta, no dejaba de sentir compasión por la situación de Alex, y como buena amiga, finalmente decide ayudarlo en la prueba.
Terminando el certamen, Alex se acerca a Carol y en voz baja le dice al oído "Gracias", a lo que Carol responde con un sonrisa "De nada" y juntos se dirigen al casino.
- Pero me vas a decir por que cresta tuviste tan mala noche, si tu vida es tan rutinaria y pacífica - Dice Carol mirando fijamente a Alex.

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