Destello eterno Por Camilo

Tú, yo y nuestra hermosa historia

Él camina tranquilamente, sujeto de la cintura de ella con una mano y en la otra, un enorme bolso. Ella con algo de incertidumbre, mira el lugar asustada. Continúan su camino cuesta arriba por una de las montañas más frías, desoladas y hostiles del mundo. Sin embargo, ellos no se veían afectados por esto. Uno al lado del otro, a un ritmo constante, siguen subiendo sin descanso. Cada vez más alto, sin mirar atrás, el oxígeno es escaso, pero no parece afectarles. Finalmente se detienen abruptamente antes de llegar a un acantilado. Él deja caer el bolso y arma un campamento, consistente en una enorme carpa y un fogón. Llega la noche, solo la luz de la luna, que a esa altura se ve desproporcionadamente grande, ilumina el congelado terreno. La carpa hace un lindo juego de luces y sombras desde afuera. Dentro, la pareja disfruta de un té, cubiertos de unas frazadas de polar, uno al lado del otro. La única luz que tienen, es una linterna colgando verticalmente desde el techo de la carpa. En un silencio miran sus tazas, y de reojo, se lanzan miradas de ternura el uno al otro. Finalmente, ella rompe el silencio:
- ¿Crees que sea lo correcto?
- No lo sé - responde él mirandola con un tono de dulzura en los ojos - ¿Pero que importa?

Tras un silencio, ella vuelve a hablar:

- Crees que me lleguen a encontrar, sabes que están buscando - Su cara se nota más preocupada que antes.
- No te encontrarán si te relajas - Dice el, aún más radiante - y si llegan a hacerlo, estoy yo para protegerte.
- ¿Sabes realmente a lo que te enfrentas? ¡no es humano! ¡siquiera es tangible!
- ¿Crees que no lo sé? y aún sabiendo que soy más débil, prefiero sacrificar mi vida que seguir viendo como esas cosas destruyen tu mente de a poco. Sabes que para mi un te amo no es solo una palabra, es fidelidad y protección, y en estos momentos, es lo que más deseo darte.

Nuevamente, la apnea producida por la ausencia de sonidos, se vuelve protagonista. Ella mira su taza, mientras muerde su labio y él a cada instante, sin despegar los ojos del rostro de su amada . Finalmente, esta deja su taza sobre el suelo y gira su rostro hacia él, dejando ver lágrimas que raudamente, se escondían bajo su mentón. Entre sollozos logra decir:

- No sé como agradecer...
- Tú solo confía - Interrumpe él, tomando el rostro de ella con sus manos suavemente - Nada malo pasará

Tras decir esto, extiende su mano para apagar la linterna y se unen a uno besos más hermosos jamás vistos. Cada segundo, sus manos se entrelazan y sus cuerpos se unen hasta ser uno solo, cubiertos por sus frazadas, sus lágrimas y todo su amor, bajo esa fría noche

El día comienza nuevamente su habitual camino. Y lo dos amantes al borde del acantilado. Su campamento yacía en cenizas y brazas. Ellos, al borde del abismo mirándose de frente. Sus corazones están más agitados que nunca, mientras sus manos comienzan a moverse y se toman el rostro mútuamente. Casi no hay viento, el sol golpea fuerte sus rostros. Finalmente él le dice:
- ¿Estás lista?
- Si... Te amo.
- Y yo te amo a ti.

Tras decir esto, lentamente sus labios comienzan a tocarse y sus brazos rodean el cuerpo del otro. Y con un impulso dan un salto de fe hacia el abismo, dejando tras de si, una estela de polvo brillante. El beso de vuelve más intenso a medida que van cayendo. Hasta que se detienen por completo y, como si nada, comienzan a ascender. Más y más alto, pasando por sobre las nubes... finalmente se vuelven un destello eterno en el firmamento.
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No podría haber escrito una historia más simbólica. Ya sabes que la escribí pensando en ti. Como ya sabes lo mucho que te amo Adriana.

Bien, prometí nombrarte en una entrada. Más que nada, por que sé que te gusta como escribo y esta historia es como de tu gusto. Saludos Mily.