Miro el reloj cada segundo que pasa y no dejo de pensar en lo que debo hacer. Cada paso bien calculado y cada movimiento bien pensado para que solo ocupen sierta cantidad de tiempo. Siempre preocupado de cuanto falta para empezar esto y lo otro. El tiempo libre es rápidamente abducido por mi calculadora y transformado en números ya agendados en mi vida. Aferrado al tiempo, soy solo un amante del reloj y mis hijos llegan a cada instante, llorando su clásico Tic... Toc... incesante manifestación de locura para mis oídos ya cansados de los vómitos sonoros reverberantes de la ciudad.
La paranoia exógena y una cronomentofobia crónica me hacen dormir esta noche, pero comprendo perfectamente que mañana la historia se repetirá, tal y como ocurre hace 5 años, 3 meses, 17 días, 13 horas y 35 minutos exactos.
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Aunque la foto no la saqué yo, esta genial. Desde mi próxima entrada subiré solo fotos que yo saque, de no ser así, pondré de donde la saqué.
Saludos lectores.
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